martes, 13 de enero de 2009

Eva

Eva, sin esperanza, saltó desde la terraza. El viento acompañaba. Cuando pasó por el quinto piso, recordó su infancia, recuerdos en sepia, felices los más, borrosos los menos. El cuarto piso trajo consigo su primer beso, a los quince años, cuando es más grande tu mundo que todo el planeta. En el tercero, sus amigos, en simpáticos flashbacks le amenizaban la bajada. En el segundo sus estudios y su trabajo, como guardianes de su no futuro. Y en el primero se dio cuenta de que no valía la pena, y quiso volver a subir. Y mientras con unas enormes alas resubía hasta la terraza, el cuerpo inerte descansaba en la acera.

Apología del beso

Bueno, aunque me parece un poco ñoño lo pongo aquí. Eso sí, con éste si le gusta a alguien...cambio poema por beso. Jijiji


Apología del beso

Y tu media luna, aguarda muda el acercamiento
suspiros de carmín,
ojos entrecerrados,
el tiempo engañado...
todo me lleva a ti.
Fragmentos de cristal,
te abrazo sin manos
mi boca...calla ya
Y así, con este beso, te digo te quiero,
sin tener que decir te quiero.

Microrrelato

Y mientras a su mente venía el recuerdo del día en el que prometió quererla hasta la muerte, la fragancia de la sangre ajena que caía de sus manos le recordaba, curiosamente, al perfume favorito de Inés.

Elogio del ego

Elogio del ego

Yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo nosotros yo yo yo yo tú yo yo yo yo yo yo
yo yo yo yo yo yo yo él o vosotros yo yo yo yo yo yo yo tú porque tú yo yo yo
yo yo yo yo yo yo yo nosotros yo yo yo yo yo yo yo ¿tú?, yo.

lunes, 5 de enero de 2009

A mis amores desconocidos,
a aquellos paraísos perdidos que nunca conoceré
os dejo mi soledad como prenda,
si regreso no me la devolváis
si no vuelvo, ¿qué más dará ya?
Ahora que no tengo quien me cante
una canción, quien me pinte de color
una vida, susúrradme al oído
algo bonito, aunque sea mentira.
A mis amores desconocidos,
a aquellos paraísos perdidos que nunca conoceré
os pido que no aprendáis mi nombre,
sólo abrazadme fuerte, no quiero que me dejéis.
Dadme frío cuando mi corazón se caliente,
no permitáis que me enamore, tampoco me dejéis huir
convertidme en roca y ya no necesitaré
ni amor, ni calor
ni alguien por quien sufrir.
El día que comenzó con dos besos en la mejilla y terminó con un beso en los labios.


Y un día antes, la ONU lo anunció. El 26 de noviembre la vida de la tierra llegaría a su fin. Lo sabían desde hacía quince años pero lo habían mantenido en secreto. Querían evitar un sufrimiento innecesario a lo inevitable. Al final de todas las cosas. A las 11 de la mañana del 25 de noviembre todas las televisiones del mundo contactaron con el pleno de las Naciones Unidas donde se dio la noticia.
El termino del anuncio dio paso a las caras incrédulas de los presentadores de los informativos, a las caras de extrañeza, desolación o incredulidad de los contertulios.
Fuera, en la calle, los ateos se hacían creyentes y los creyentes renegaban de sus dioses.
Una barahonda estúpida recorría todas las ciudades. La gente huía, corría, saltaba, iban con sus coches acelerando al máximo, salían de la ciudad hacia ninguna parte, a una salvación imposible.
La gente dejaba sus trabajos, volvían a su casa para compartir con su familia o, quizás, con sus perros los últimos momentos de vida. Algunos se quedaban atrapados en los ascensores. Las tiendas eran saqueadas, ¿con qué fin?, ni los asaltantes lo sabían, pero igual les evitaba tener que pensar en que mañana daría igual todo.
En un callejón de una ciudad cualquiera, un grupo de chicos violaba a una mujer, algunas personas pasaron corriendo al lado, miraban y seguían sin detenerse. ¿Qué más daba?
En los colegios los niños esperaban a que sus padres los recogieran, algunos profesores se habían esperado, en otros casos habían sido los primeros en irse. Algunos de esos padres se habían tirado por la ventana, desesperados, o se habían pegado un tiro.
Los monjes budistas continuaban, ascéticos, su camino hacia...hacia algún lado.
Y llegó la mañana del 26, las 12 en punto del mediodía. Los más afortunados se despidieron con un beso en los labios. Y después, todo terminó.

jueves, 1 de enero de 2009

Nuevo

La llamaban La Ifel,
por su metro ochenta y porque hacía el mejor francés.
Puta de 10 euros, seguro q no buscaba su amor de invierno
si no un paquete con una solvente american express.
Y cuando aquel 24 de diciembre, se recostó en la cama
pensando en cuadros de lautrec, de colegas fulanas,
mientras un mengano con gafas protectoras de lujuria,
con un rabo alquilado en el corte inglés,
sabor a mantequilla rancia,
a un nesspresso
a un disparo de kurt cobain,
le llenaba de hadas y duendes,penetrándola
apretando los dientes,
ella pensaba en cómo olerían las cosas q no huelen
y porqué ella no lo sabía
si era porque era puta, o porque ahora todo le olía
como a un cinco, de channel,
de imitación, barato
de los chinos o vete tu a saber,
y así continuó un rato, pensando
en cosas sin interés, en su niñez sin infancia
o en su adolescencia con madurez.
Y terminó el bufón su espectáculo y sola se quedó
Champán para todos, sin copas ni protocolos.
Mientras rodaba por el suelo la botella vacía,
dormitaba la puta que era dama de día.