Ayer estaba hojeando algunos libros en Fnac cuando de repente comprendí porqué no me gusta leer historias de ficción, porqué no me gusta adentrarme en historias de personajes ajenos que convertimos en nuestras historias. Frases como "era una fría mañana de diciembre" o " el verano comenzó con un sol radiante" o "una alegra mañana de primavera", son frases que me hablan de tiempos pasados, de recuerdos, y yo, que soy un melancólico compulsivo, no puedo evitar acordarme de mis frías mañanas de diciembre o de esos veranos que comenzaron con un sol radiante y terminaron con una impávida luna.
Las historias que nos cuentan son, casi siempre, en pretérito, cosas que ya han pasadoy que permanecen, sean de ficción o no, en la mente de alguien: del protagonista de la historia, del autor que la escribió, en nuestra memoria pasando a formar parte de nuestro acervo,... Por eso, creo que no puedo aguantar más de un par de minutos leyendo sin que venga a mi memoria algún recuerdo mío, que tenga más o menos relación con lo que está plasmado en el libro. Así que no creo que vuelva a leer nada hasta que todo los libros estén escritos en futuro o como mucho en condicional, ni siquiera en presente, porque no es más que un pasado en continua renovación, y a mi no me vale.
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